Con motivo de la salida a Tornavacas y a la Garganta de los Infiernos, se decidió hacer un concurso de narración sobre la experiencia. El siguiente texto resultó el ganador.
EXCURSIÓN A TORNAVACAS
El día 30 de octubre, pusimos rumbo a un pueblo muy bonito llamado Tornavacas, estaba muy contenta porque era una excursión que a todos nos gustaba, sobre todo por el paisaje y la tranquilidad que hay en aquel lugar.
Cuando llegué al instituto, ya estaba allí el autobús donde el grupo de 1º ESO nos íbamos a montar para poner rumbo a Tornavacas. Cuando montamos en el autobús, ya estábamos imaginándonos como sería aquel lugar, ya que algunas personas habían estado allí. Se nos hizo un poco largo el viaje en autobús porque todos estábamos deseando de llegar, pero en el autobús también nos lo pasamos bien con los amigos, porque era un día de estar todos juntos. A mitad de camino, paramos a hacer un descanso, por si queríamos ir al servicio o comprar algo por si teníamos hambre. Para no aburrirnos, estuvimos contando chistes y viendo vídeos de risa. Hubo un momento, en el que nos dimos cuenta, que venían muchas curvas en la carretera y decidimos jugar a un juego divertido: trataba de empujarnos mutuamente cada vez que viniese una curva, y así lo hicimos. Nadie nos hicimos daño, todo lo contrario, nos divertimos mucho. Pero el juego se acabó enseguida porque el momento que todos esperamos, había llegado.
Llegamos al pueblo de Tornavacas. Era un lugar precioso pero, no podíamos pararnos mucho tiempo a mirar, sabiendo que había que andar 15 kilómetros.
Empezaba la ruta, y todos muy ilusionados por estar en ese lugar. Pero… en cuanto pasaron 45 minutos andando todos estábamos cansados, decidimos seguir un poco más adelante para parar a almorzar, porque ya íbamos teniendo hambre. Una vez parados para almorzar, todos muy cansados, descansamos unos 15 minutos aproximadamente. Teníamos mucha hambre, pero en el sitio que paramos, las moscas no nos dejaban en paz, cada uno llevábamos nuestro bocadillo o nuestra fruta, acompañado de una bebida, como agua. Todos acabamos de comer y entonces, seguimos andando para poder llegar a La Garganta de los Infiernos. Pero todavía nos quedaban 6,5 kilómetros, (unas dos horas aproximadamente). Delante de todos nosotros iban los guías, que eran los que nos dirigían el camino y de vez en cuando nos paraban a comentar algo curioso. Seguimos andando, pero nos dimos cuenta que llegaban cuestas que a todos nos costaba subirlas, porque a algunas personas nos dolía los pies. Una vez subidas todas, paramos un poco porque uno de los guías nos dijeron que íbamos a ver unas cuevas. Cuando llegamos, nos encontramos 2 cabras andando por allí.
Entramos de cinco en cinco porque no cabíamos más. Los guías decían que había pintadas pinturas rupestres, pero aquello estaba todo muy oscuro y no se veía bien lo que había pintado. Quedaban menos de 10 minutos para parar a comer, estábamos deseando de parar para descansar un rato porque estábamos muy cansados.
¡Por fin! ¡Ya llegamos!
Aquello era muy bonito, tranquilo y daba gusto de estar allí. Era un paisaje precioso, se escuchaba el canto de los pájaros, el sonido del agua…todo aquello era tranquilidad.
Nos dijeron que podíamos meter los pies en el agua, y como a todos nos impresionó la idea, nos quitamos las zapatillas, los calcetines y metimos los pies. Saltamos de roca en roca con cuidado, en una ocasión, un niño se resbaló de la piedra y se cayó en el agua… ¡Acabó empapado!, cuando le vimos en la roca empapado de agua, fuimos a ver que le había pasado. Cuando lo vimos, nos lo tomamos todos con un poco más con calma, para que tampoco nos pasase lo mismo.
¡El agua estaba muy fría!
Cuando llegó la hora de irnos, todos nos pusimos las zapatillas y nos apartamos hacia un lado para que la profesora pudiese ver si faltaba alguien. Cuando acabo de verlo (no faltaba nadie), seguimos la ruta, este camino fue más divertido porque habíamos hecho un descanso bastante largo. Nos dijeron que íbamos a parar en el puente…pero aún quedaba mucho por llegar.
Durante todo el viaje, mi mejor amiga y yo nos dimos cuenta de que no había ni un solo papel en el suelo, todo aquello estaba muy limpio y muy bien cuidado. ¡Nos encantaba!, yo y mi nos apartamos un poco, me caí al suelo y de que lo vio fue directamente a ayudarme, le di las gracias, pero cuando me levante vi que me dolía mucho el tobillo.
Cuando estábamos llegando casi al puente, mi amiga se resbaló y se hizo daño en la rodilla, y al tener la tendinitis no podría andar más. El profesor nos dijo que anduviéramos un poco más, porque justo al lado del puente nos esperaba un coche para llevarnos al autobús por si no podía andar más. En el coche nos llevaron a dos amigos, porque a uno le dolía la barriga y a otra porque tenía tendinitis en la rodilla, y yo porque me caí y no podía andar más. Estábamos deseando llegar al autobús…estuvimos esperando a que vinieran las otras niñas, y mientras nos fuimos al bar de al lado a comernos un helado que nos invitaron. Faltaban 5 minutos aproximadamente para que llegaran todos los demás, entonces decidimos echarnos una foto, al cabo de unos minutos vimos llegar a los demás al autobús donde nos encontrábamos nosotros. La profesora, nuevamente empezó a pasar lista por si faltaba alguien (pero no faltaba absolutamente nadie), y nuevamente pusimos rumbo a nuestras casas.
Fue un día cansado y tranquilo, nada comparado con lo que vemos todos los días.
Estoy orgullosa de haber ido por 5 vez e iría muchas veces más si me dieran la oportunidad.
La ganadora fue la alumna Guadalupe Monterroso.
Junto con ella quedaron finalistas: Virginia Vizcaíno y María Felipe
.